A Claudia Elena

EPIGRAMA O x O

Y tú, avanza,
Niña Cazadora.
Y tú, avanza.


Didáctica, siempre, es la alegría.
Buena es la hora que entiendas la verdad:
Si la tristeza es tu huésped, píntala de olvido.
La alegría es el color más preciso para excitar cada acto de la vida.

La alegría, una inspiración abstracta cuya geometría hay que fabricar.
Goza de sus vértices.
Disfruta de ese orden venerable.
Con el fermento de su jugo, embriágate.
La alegría da buena sombra.

Bota los timbales del enojo.
Como la leche bota su cuajo,
recoge su luz y su juego celeste,
haz un redoble.
La alegría, tu delicia primera y tu pan.


Error incalculable:
Un narciso en el Poder.

Pela tu fruta
frente al horizonte.
Su podredura todo fertilizará.

Unos maniquíes olvidables:
Las temperaturas de los dioses que veneramos.

Fraternas estaciones,
las metáforas de cada historia.
Cada quien con su esbozo
y cada quien con su hambre y su noche.

¡Caprichos!
La vida tiene sus horas de asueto,
sus días de pesimismo
y sus luceros de amodio (amor + odio).


Si la noche se planta
¡Tú, abrázala!
Si otra vez el amor se deshace,
tú trabaja en tu espesura
y pura como la recta, avanza.

Si el cielo favorable crece,
eleva tu cabello color vivo
y no te pierdas en el manantial celestial.

Tus brillantes ojos anunciarán
que eres descendiente de rosas prudentes.

Cuando el mañana sea más puro,
crée en el hambre y sed ajenas.
El mundo está lleno de gracia y embusteros.
Tú tienes el instinto de antiquísimos cazadores
que saben bien cómo navegar, cazar y amar.

No te vayas tras cualquier huella:
Te pueden herir el pecho
por no saber advertir la melodía.


Quien recorre la soledad cosechará frutos.
Muchos buscamos su refugio.

Cuando se pierden las llaves,
te quedas en la cárcel de afuera,
con su exaltado brillo.

Quien no logra empresa,
es que no tiene albedrio.

Voces de alegría.
Duendes por el camino.
¿Quieres ser libre?
Conquista tu bandera solar.

La libertad es tu noviazgo;
el renunciamiento, tu instrumento.
Oye las voces. Pide silencio.
¡Que se ponga de rodillas la Palabra!

La gloria a algunos llama,
profanando el silencio.
Su voz es tan alta
que viven instrumentando su elegía triunfal.

Los egos no se detienen,
avanzan como hijos de la fortuna
Triunfan.
Creen que resucitarán.


Sólo de silencio debería vivir el hombre.
¿Qué pasa si el silencio escasea?
Volvemos, quizás, al apagón.

Los abuelos son poderosas fuentes, como los ríos.
Nos regalan el ritmo y nos traen el pasado-futuro.

El idioma de tus frutos hablará bien
si tienes tu tronco y tu mundo bien firme.

No dejes que tu voz pierda inocencia.
Corres el riesgo que la presión del cielo y del infierno
cause apretamientos que te derroten.

Que fluya tu risa como que si fuera siempre mediodía.
Fiel a ti misma, siempre, Claudia Elena.

Las tardes siempre son antiguas.
¡Cuidado! La impaciencia del alma las altera
y no deja que la frescura en diluvio te abrace.

Una imagen dormida despertará
cuando cada alma teja su desangustia.


I
La justicia duerme contenta;
no ve al afilado gavilán.
Es ciega.

II
Palabras en el laberinto.
Cada quien con su canción,
afilando su propio horizonte.

III
Ninguna luz lucirá
si el aire no lava las cloacas encendidas.

IV
Al recuerdo de nuestros antecesores,
esos cielos giratorios que se llevan y traen fortunas.

V
No te azares.
Toda historia tiene otro capítulo.
Ése es el abono perpetuo de todas las evoluciones.

VI
Todos, con nuestros lenguajes,
por vocación, la vida multiplicamos.

VII
¿Quién sabe los límites exactos del amor?
Como el mar,
el corazón debe ser un pájaro libre.

VIII
Nuestros idiomas en vida:
Derrota, victoria, principio y fin.


Piensa con el alma, pero no bajo el soplo de la indignación.
Si no, no descubrirás el enigma.

Encuentra en tus actos un motor inexorable
para que ningún evangelio rompa tus cabales.

Mide la noche con un arco de violín:
Hallarás una resonancia de azucenas atómicas.

Tu conciencia, afínala como integral relojería.
Las agujas de tu ser tienen que administrar demasiados flancos.

Parece que fallece la poesía.
Un demonio contra la historia natural
va creciendo de redonda vacuidad:
La tecnología.


Debajo de mi sombra, ciudades embrujadas
que guardan sus secretos con su multiplicado corazón.

Todos los pies se arraigan a sus creencias
y aunque aprendan a llorar, su arraigo fue bautizado.

Tan puras como el viento,
las hierbas se arman
para amamantar a las vacas y al poeta.

Los recuerdos llaman, entrecortados por la lejanía.
Lámparas que encienden la memoria en la noche que rima.

A veces, la palabra no sabe florecer;
galopa encerrada sin encontrar salida.

En los campos del aire
flotan los enigmas
que no hallan arquitectura.


Repiten, olvidadizos,
el día y la noche
sus viejas musarañas.

Tu voz crecerá
por sobre todas las cabezas.
Es un parto que enseña:
Amasa barro, niña,
con las aguas y terruños
de tus antepasados.

 

Buenos Aires, 2015.

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