Epístola

Se disuelve la noche,
¡tanto verbo!,
por fin conocí tu ser.

Se disuelve la noche,
te he tomado en posesión,
tu voz me enseña a conocer la asfixia,
he depurado mi sueño
tejiendo todas las purezas de tu carnalidad.
Se disuelve la noche…

Mi delito;
una ecuación perfecta
para emboscarte con palabras
que te apetezcan soñar.

Te convoque con egoísmos,
ahora nuestra epístola: “La nocturna unidad”.

Garza Roja, a 10 de Febrero del 2009.

DULCE IMPÍA: