LOS FECUNDOS EQUÍVOCOS
Para que la sociedad o el individuo,
cualquiera que este sea,
desarrolle una evolución filosófica;
debe aclarar bien sus puntos de vista,
aprendiendo a reconocer los espectros emocionales e intelectuales de los otros.
Es decir, haber aprendido a lidiar con los errores propios y ajenos,
comprendiendo la multicidad de riesgos, que nos pueden conducir a derrotas,
y que deben ser asimilados como un síntoma profundo de vida,
donde, en síntesis, los riesgos proyectan a la humanidad hacia oportunidades.
Ya lo escribió el filósofo francés, Raymond Aron:
“La riqueza mayoritariamente radica en los fecundos equívocos”.
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Los sueños sirven y servirán
para darle lugar y dirección a las cosas que crearemos
y al espíritu que nos guiará.
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Siempre he visto a las mujeres
como encanto y velocidad:
Mitad gacela & mitad seducción.
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El enamoramiento ha sido siempre
un cóctel donde se mezclan:
“Los cantos del amor, y las disonancias de las penas”.
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El buen cazador sigue a la presa con calma
entre el fango y los mosquitos,
el frio y la nieve, hasta que da en el blanco,
eso sí, siempre con paciencia.
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En la sociedad es saludable que existan pares e impares,
y para el buen equilibrio social,
a un líder blando le corresponde un par fuerte o viceversa.
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Como decía Séneca:
“Todo lo que se divide hasta reducirse a polvo se hace confuso”.
En estos días de pandemia, la división,
debido a las múltiples visiones de líderes económicos políticos,
sociales y médicos, ha dejado a los ciudadanos divididos y desorientados.
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Toda dificultad puede generar fórmulas:
Unas para dar bienestar, y otras para generar malestar.