Divinización
Infundámonos como pueblo una nueva gracia en nuestros rostros, parecemos una masa disociada de sí misma, pero cautivada por cada máscara que ofrece algún nuevo delirio.
Hoy, siguen igual que la Derecha; la Izquierda socialista revolucionaria, desafiando nuestra independencia cuando se sobremodula el Estado hasta el punto en que no hay mayor Dios que el mismísimo Estado.
El Estado, al igual que Dios, es algo inviable que solo puede ser como la religión, comprendido por el simbolismo y la solemnidad que los embiste de majestad, es decir; “enviados de Dios”, de tal forma, que nadie pueda penetrar su máscara.
La esencia de la divinización es que te olvides de ti mismo, y para ello; cada momento de nuestra vida nos pone su música, y con el tiempo las palabras que nos quieren hacer decir se nos graban y emerge inconscientemente de nuestro ser; Dios, Ala, Coca Cola o Rafael Correa.
El misticismo religioso y el cuento político atraviesa lesivamente los límites del creyente, lo dejan controlado a través de un dopamiento propagandero; “una mentira o mito repetido mil veces se convierte en verdad o realidad”.
¿Podremos, amables radioescuchas, disfrutar de esta época pluralista y revitalizante cuando a través de la manipulación propagandera “nos obligan a aferrarnos a su verdad” colonizando modos de vida humana, creando un culto fabuloso a sus iconos y deidades donde se vuelve imposible levantarse del sueño, salvo cuando los profesionales de la fe ya no nos pueden dominar más porque una sobredosis nos ha matado?
Por eso les pregunto:
¿Hasta cuándo la sociedad ecuatoriana no perfora esta nueva máscara?