DISCURSOS DE SOBREMESA
Tus dos ojos embotellan todos los mares.
Tu cabello es una vela que moviliza todos los vientos.
Y tu piel, una playa que recluta todas las noches.
Todo lo miras tú,
y todo arde y se vuelve sin fin.
Luego cada gemido tuyo se vuelve canción.
Sólo los suaves vientos de primavera me pueden salvar.
Están ocultas todas las estrellas,
menos tus ojos que despiertan
como dos diamantes que estuvieron soterrados.
Luego, esparcidos en nuestro lecho, recibimos otra vez
el amanecer.