Cuando nuestro Señor existía

Cuando nuestro Señor existía
latía su corazón,
no la solitaria esperanza.

Cuando nuestro Señor existía;
no había nadie extraviado
entre tristezas ni miserias.

Cuando nuestro Señor existía;
el tiempo no nos atontaba,
y tampoco la duda ni la mentira
eran razones para la intransigencia.

Mas desde que se tuvo claro
que nuestro Señor entre los hombres falleció,
buscamos unos “Seres complementarios”
que completen lo que nos falta
para que perfeccionen nuestra imperfección.

A ese, nuestro Señor,
mi Madre con toda fe lo llamaba: “Dios”.

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