Ira fluida
El gran malestar de la sociedad, es el estado continuo de la suspensión de la aplicación de la ética en la política. Por ello, una práctica continua de una crítica hacía los políticos y comunicadores debiendo darse la acción real a favor de la ética.
Así ha sido el pensar desde la colonia, donde la palabra acomplejada de la dirigencia en lugar de ideas evolutivas sigue refundando complejos.
Hoy nuestra memoria colectiva, la que hace la ecuatorianidad, no logra cruzar el umbral de sus complejos (coloniales) hacía un proceso humano de evolución globalizador (seguimos empeñados en seguir secuestrados por resentimientos de Izquierda y remordimientos de Derecha).
El carácter sociológico de la nacionalidad ecuatoriana sigue siendo colonial. Unos pocos ecuatorianos valen políticamente más que la mayoría…
Por eso me pregunto:
¿Pero porque algunas vidas, la mayoría valen menos que unas pocas?
Parece una figura impensable e irreal, pero la ausencia de formas verdaderamente republicanas y democráticas han constituido cánones y canonjías, han proyectado una pulsión de dominación permanente de mecenas y mesías que nos hablan de reivindicación, pero que a la larga han generado una cultura y sociedad en permanente malestar.
La Patria ya es de todos, parasitariamente, pero el Poder ¡NO!, porque la omnipotencia mágica de los grandes líderes nacionales con sus posiciones esquizo-paranoides han debilitado todo proyecto democrático. El Poder es de los narcisos con su súper ideal de “Yo”, más sus fantasmas de reivindicación deben desinvertirse con el ánimo de que no nos gobiernen imaginarios de locos, sino la modesta y propia conciencia colectiva.